lunes, 12 de octubre de 2009

Shrink


Un manojo de individuos lanzados como dados en una repugnante parodia de las sombras del dolor. Todo se resuelve mágicamente con el azar de los antisociales desolados que se cruzan en las esquinas como si hubiera dios. Todos tocan fondo, pero los salva el hospital. Siempre hay un hospital, siempre hay alguien que te encuentra cuando caés al suelo con demasiadas drogas, con toda la fiebre, con la desolación al punto de muerte y los riñones completamente intoxicados. Pero te salva la suerte.

No es Babel. No tiene ni un ápice del relato de miserias que nos cuenta Babel. Es una secuela de la facilidad con la que los nuevos relatos se vuelven políticamente correctos siendo prolijamente posmodernos. Una lamentable repetición ya sin sentido alguno de lo que puede llegar a ser la miserable vacuidad de un horizonte fragmentado.

Un mundo sin mundo, un mundo solitario de fantasmas peregrinos que no comen ni trabajan, que no sufren nada más que sus deprimentes subjetividades todas más o menos abyectas y ruines, más o menos llenas de bondad. Porque, en el fondo, detrás de toda la mierda que cada uno es, hay un hilo de bondad que al fin aflora e ilumna la vida de todos o, mejor dicho, de cada uno. Porque son un montón de cadaunos, un manojo de individuos lanzados como dados sobre el paño semiamargo del mundo posmoderno.

Una garcha.

1 comentario:

  1. no la vi, pero ahora que lo decis, tampoco la pienso ver. es mas, ni sabia que existia. es mas, ahora ni pienso en ella. es mas, creo que no se que habo aqui. que paso? no recuerdo quien estoy ni donde soy. lo que? guátisdis? macome?

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